Tuesday, March 30, 2010

Los trabajos y las noches


POR: Rubén Varona

Alejandra Pizarnik en el libro de poemas Los trabajos y las noches, publicado en 1965, con el carácter osado de una suicida, canta desde sus entrañas a la noche, al amor, a la fatalidad y a la nostalgia.

Aunque a veces surrealista, su universo poético no anida en el mundo de lo abstracto, pues mediante una creativa experimentación con el lenguaje, desciende al plano de lo concreto; es así como las imágenes creadas, las metáforas y el simbolismo, se pueden tocar, se pueden oler, se pueden pensar y sobre todo, se puede sentir.

La intensidad y la nitidez con que aborda los sentimientos, sus temores más profundos, su propio descubrimiento, se retrata en la poesía como una burla metafísica al tiempo, como si la Pizarnik hubiese dedicado la vida a hablar de la muerte, de su propia muerte, la del suicida, que se alimenta del claroscuro de la noche, donde se muestra la transparencia del alma, la locura que se revela con la luz del día, pero que pertenece al reino de las sombras, a la inmensidad de la noche, a la guarida del silencio.

Sí, no tengo dudas, Pizarnik es una poetisa de la noche, de la oscuridad, invocada en las sombras y en sus danzas con el tiempo; afina su canto con el sonambulismo que huye de los rayos de luz y se alimenta de las tinieblas tan sólo iluminadas por los cirios de la melancolía y la muerte, por el abandono y la orfandad.

LOS OJOS ABIERTOS

Alguien mide sollozando

La extensión del alba.

Alguien apuñala la almohada

En busca de su imposible

Lugar de reposo


En Los trabajos y las noches, se percibe la necesidad de una poeta que no sólo escribe con palabras, sino con su vida misma; como pocos es capaz de impregnar la vida con el hado de la nostalgia y causar un efecto de sorpresa en el lector; tal vez ahí se encuentra la explicación a las referencias a la infancia, a la inocencia, a sus visiones, miedos y fantasmas.

El silencio aparece como la unidad de medida para la profundidad de sus versos; el silencio como la herramienta para desenterrar el tiempo; para traspasar los límites humanos; para luchar contra la muerte, dama siempre presente, vigilante y seductora.

Es interesante como en Los trabajos y las noches, los títulos hacen parte integral de los poemas y se leen como un todo, siendo imprescindibles para establecer un sentido. Cada repetición de frases y versos, es diferente de la siguiente, pues aunque contengan las mismas palabras, llevan el poema más allá, trasgrediendo meros planos estéticos, metafísicos y de significación.

INFANCIA

Hora en que la yerba crece

En la memoria del caballo.

El viento pronuncia discursos ingenuos

en honor de las lilas,

alguien entra en la muerte

con los ojos abiertos

como Alicia en el país de lo ya visto.



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