Tuesday, April 20, 2010

La música de Kevin Young

Oscar Godoy Barbosa


El blues, esa música que encuentra sus raíces en África pero nació en América para expresar la angustia, la tristeza, el desamor, la decepción, la frustración y la rabia de los trabajadores negros, y que ha entrado a formar parte de la cultura occidental contemporánea en muy diversos géneros y subgéneros, es el ritmo que colma los poemas de Kevin Young en su libro Jelly Roll: A Blues.
El título del libro parece ser un homenaje a Jelly Roll Morton, reconocido pianista, compositor y cantante nacido en Louisiana, pero curiosamente son pocas las referencias que se hacen a este artista en los poemas. En lugar de eso, Kevin Young cuenta historias oscuras, explora sus sentimientos de rabia y decepción, o de exaltación amorosa, y captura el espíritu de esa música que seguramente hace parte de su formación como ser humano y como poeta.
¿Cómo se hace presente el blues en los poemas de Young? Lo primero que salta a la vista es la estructura escogida para darles forma. Cakewalk, Dixieland, Siren o Jive, por ejemplo, llaman la atención por su armado a partir de couplets (estrofas de dos líneas), con líneas muy breves pero cargadas de significado:

I want the spell
of a woman –her

smell & say –so-
her humid

hands and seek –zombied-
The bayou

(Dixieland)

A pesar de las líneas cortas, o como resultado de ello, Young acepta y da forma a una idea constante de encabalgamiento (“enjambment”) entre las líneas, aún si conforman estrofas separadas. Con este recurso, la tensión se mantiene tanto en el nivel horizontal (la fuerza de la línea) como en el nivel vertical, con una palabra que no se interrumpe y un interés constante que pasa de una línea a la siguiente. Al mismo tiempo, la separación en couplets marca una pausa reiterada, una especie de cadencia, un compás que el lector siente de inmediato. Música.
El logro musical de la forma se complementa íntimamente con los temas de cada poema, que son los mismos que han alimentado al blues desde siempre. Dixieland, por ejemplo, hace referencia a una especie de ritual en el que un hombre y una mujer se sumergen en un pantano y son encontrados luego por la policía; Cakewalk alude a ese estado de encantamiento que acompaña el sentimiento amoroso, siempre al borde de la fatalidad; Jive narra una situación de acoso de un ciudadano negro por parte de la policía; Can Can juega con las palabras de origen africano y la identidad, y Siren alude a las angustias del fuego y el incendio.
Son exploraciones en muy diversas direcciones, miradas del poeta hacia sí mismo y hacia las realidades (objetivas y subjetivas) de su entorno. Pero con un elemento que las cohesiona y sin ninguna duda las hace trascender: la música.

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