Tuesday, February 23, 2010

¡Santo Moloch acompañé a quienes aullaron en Rockland!

Por Margarita Ruiz Soto

Paseo por HOWL de Allen GINSBERG -1955-1956

(Utilizo la traducción de Xoán Abeleira para el lector hispanoparlante)


I. “(…) hasta después del mediodía escuchando el crujido del funesto destino”.


Howl es el poder del vértigo que produce la locura sin retorno. Constata el delirio de una época en que se rompieron todos los límites de manera colectiva. No se trataba del artista visionario que iba más allá de su época invocando un sentir futuro, no! Howl fue el aullido de un colectivo que se desgarró y nos dejó la sensación de no poder ir más allá. Hoy, la locura emerge en el poema para robar a su generación de la muerte.

Ginsberg aúlla desde los límites de la carne y la mente humanas, y en su desesperanza llama al alma a presenciar el espectáculo. Howl constata la “pérdida de la partida” y llega a nosotros “para recrear la sintaxis y el ritmo de la pobre prosa humana”.

Como en un acta notarial va sumando no ya metáforas sino imágenes que pueden estar en la memoria de cualquiera, que pasean nuestra imaginación filogenética desde los rincones de la memoria colectiva de todo aquel que vivió en la segunda mitad del siglo XX y que probó las drogas y los libros y Oriente y las plantas maestras y la sed de destino. Con ritmo vertiginoso, Ginsberg suma, suma, suma y sigue sumando hasta agotar el listado, sin comas, ni mayúsculas, sin quiebres del verso que llega hasta el límite de la página impresa. Sólo una discreta coma (,) al final de cada imagen-acto.

El poeta reconoce que está “(…) escribiendo aquí lo que debería quedar sin decir en el tiempo posterior a la muerte”. Pero la urgencia poética lo asalta. Allí vemos la senda de la locura colectiva: la desmesura, la ruta espiritual perdida y anhelada, la alucinación, el éxtasis, el ciudadano del mundo sediento de verdad ajena y ancestral, y sediento de justicia y paz.

Ginsberg había nacido en 1926, así que era un joven de 29 años cuando escribió Howl. Con esta poesía expansiva, como la llamó él mismo, realiza una brillante acta de la destrucción emocional de su generación; es una poderosa blasfemia que invita a confiar en la visión poética del abismo.

Un diálogo con la cultura anglo, desde W. Blake hasta las calles de los EEUU. Donde tenemos la sensación que ese “Te­rror a través de la pared” acecha. Aquí vemos cómo él y los suyos “chillaron a gusto en los coches de policía por no cometer más crimen que el de su propia salvaje pederastia e intoxicación”. Con Ginsberg asistimos al espectáculo urgente de una generación compelida a develar sus crímenes contra sí misma y espiar sus culpas en la voz del poeta que canta al sufrimiento de la mente desnuda de América”.

¿Qué hace Ginsberg ante dicho sufrimiento? Toma nota, nombra, hace emerger en la palabra eufórica un evento tras otro: hace un inventario. Howl es constatación Gracias a él sabemos qué pensaba, que sentía, qué hacía su grupo generacional. Las entidades metafísicas que acompañan al poeta -el alma, el Tiempo y el Espacio, los ángeles y arcángeles- resguardan lo único que sobrevive la auto destrucción: el espíritu de su amor por Carl Solomon.

II. ¡Moloch el severo juez del ser humano!

En versos libres, rápidos, urgidos que sólo paran para tomar aliento, Ginsberg evoca a Moloch, dios y sacrificio. La esfinge de América que devora; el dios que juzga, acompaña y condena.

Moloch que lo es todo, está en todas partes, es el gran dios norteamericano que mueve el mecanismo demencial en su gigantismo y capacidad de destrucción. Moloch es la razón pública de ser de Norteamérica, que todo lo gobierna, la esfinge monstruosa que Ginsberg desnuda verso tras verso.

¡Moloch cuyo amor es petróleo y piedra sin fin!

(…) ¡todo arrastrado por el río estadounidense!

Y vuelve a su generación con quienes marca el ritmo de la historia de Norteamérica: ¡Loca generación! ¡despeñándose por los precipicios del Tiempo!


III. Carl Solomon! I´m with you in Rockland!

Estoy contigo en Rockland”, es el estribillo de esta tercera parte. Esta Tierra-de-Roca aparece como la alucinación que los acompaña. El escenario para una puesta en escena.

Los críticos dicen que Ginsberg fue el poeta del Beat Movement, junto a Jack Kerouac, William Burroughs, y otros, y se refieren a Howl como el poema épico del movimiento que lanzó a Ginsberg a su activismo contra el autoritarismo. Si con él nació su lucha, su lucha nació derrotada:

Estoy contigo en Rockland
donde gritas embutido en una camisa de fuerza que estás perdiendo la partida del actual y verdadero ping pong del abismo

¿Qué podemos decir 50 años después, sabiendo que el Moloch norteamericano continúa devorando bienes naturales y simbólicos en su piedra sacrificial? ¿Qué podemos sentir los que hemos crecido en el corazón del ping pong del abismo, simbólico y material?

Una clave de luz que subyace a la derrota, para resurgir una y otra vez, podría ser nuestra respuesta. Y Allen Ginsberg bien lo sabía, por ello nos deja la nota de página.

IV. ¡Santa la súper natural extra brillante inteligente bondad del alma!

¡Santa mi madre en ese asilo de dementes!

¡Santas las soledades de los rascacielos y de las aceras!

¡Santa la súper natural extra brillante inteligente bondad del alma!

Su nota de pie de página (Footnote to Howl) es otra constatación demencial y lúcida de su urgencia mística. Quiero pensar que la verdad que encierra transmuta el poder del vértigo que produce la locura sin retorno y abre una puerta para todos en todos los tiempos.


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