Monday, February 15, 2010

Tierra Baldía

Por: Rubén Varona

"Abril es el mes más cruel, criando
lilas de la tierra muerta, mezclando
memoria y deseo, removiendo
turbias raíces con lluvia de primavera".

Algunos críticos literarios y muchos escritores, consideran que un cultor de la escritura debe desarrollar una obra para sí mismo, como modo de liberación, de exorcizar sus propios demonios, sin la camisa de fuerza de obligarse a pensar en un público determinado que pueda coartar su obra. No voy a entrar en esa discusión estéril; pero partiendo de la convicción de que un autor escribe envenenado por sus musas, pero a la vez, con la vanidosa pretensión de que alguien más lo lea, lo cual lo obliga a producir textos de calidad, en los siguientes párrafos daré mi impresión acerca del tipo de lectores que buscaba T. S. Eliot, al escribir Waste Land (1.922), una de las obras maestras de la poesía del siglo XX.
Al leer y releer dicho poema de 433 versos, dividido en 5 partes, a Dios gracias no he logrado formarme una única opinión del texto, y en una nueva lectura cada vez más “atornillado” a los versos, he llegado a inquietarme al estar frente a un autor que configura su universo creativo a partir de la yuxtaposición de situaciones baladíes con decenas de referencias culturales complejas (mitos, lenguas, religiones, oriente, occidente, etc.).
Son muchos los interrogantes que me surgen a raíz de la estrategia empleada por Eliot, para capturar en sus versos el pesimismo de comienzos de siglo XX, de una generación desencantada luego de los horrores de la Primera Guerra Mundial; lo cierto es que dicha gama de contrastes y alusiones eruditas, tienen la propiedad de despojar con su encanto la complejidad que encierra la vida, para recrearla en un lenguaje poético: ¿De qué otra forma sí no es a partir de interacciones y referencias culturales se podría capturar en unos versos o en una ficción la complejidad del mundo moderno?
Por supuesto, lo anterior exige de lectores competentes que además de poseer un background de lecturas y conocimientos sobre hitos de la cultura universal, tengan la sensibilidad necesaria para “vivir” a través de la recreación del lenguaje, la inmensa soledad, el desarraigo y sobre todo, la búsqueda del sentido que Eliot nos propone.
En Waste Land o Tierra Baldía como se conoce en español, encontramos los mitos de Diana, de Tiresias, de Filomena, junto a referencias religiosas como la del Sermón del Fuego, y los apóstoles en el Camino de Emáus. Llama la atención leer versos en varias lenguas como alemán, latín, francés, griego, italiano, sánscrito, pero también algunas líneas enteras de poetas de que el autor se confiesa admirador, como Baudelaire, Shakespeare y el mismísimo Dante.
Ea, pues, amigos lectores, esta es una invitación para revivir a Eliot con ojos posmodernos y a la vez, para disfrutar descomplejizando su pasmoso universo.
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