TS Elliot
Una partida de ajedrez.
Si se investiga un poco sobre este poema de TS Eliot se puede uno encontrar con varios datos llamativos. Uno de ellos es que, el origen del nombre “Una partida de ajedrez”, se debe a que el dramaturgo del siglo XVII, Thomas Middleton, había escrito ya dos de sus obras con este mismo nombre y las cuales, muy seguramente, le sirvieron de inspiración a Eliot cuando adelantaba estudios en Oxford en sus años mozos. Pero estos no son simplemente datos llamativos para darle una entrada a este ensayo. No. Este dato nos sirve para contextualizarnos en la lectura de la obra.
Este poema, tal como muchas obras de teatro, se divide por escenas. Es decir, es un poema dividido en dos, en dos escenarios, dos conflictos y dos maneras distintas de contar cada una de estas escenas imprimiéndole a la forma del mismo cierto aire de teatralidad.
En la primera escena, el comienzo del poema, se describe, de forma detallada y extendida, un lugar y la situación de un personaje:
“La silla en que estaba sentada, como un bruñido trono,
se reflejaba en el mármol, donde el espejo
de soportes labrados con pámpanos y racimos
entre los cuales un Cupido dorado se asomaba
(otro ocultaba sus ojos bajo el ala)
copiaba las llamas de los candelabros de siete brazos
que arrojaban su luz sobre la mesa mientras
el brillo de sus joyas, desbordando profusamente
de los estuches de raso, subió a su encuentro.
En redomas de marfil y cristal policromo,
destapadas, acechaban sus raros perfumes sintéticos,
ungüentos, en polvo o líquidos -turbando, confundiendo
y ahogando los sentidos en olor; agitados por el aire
fresco que soplaba de la ventana, ascendían,
alimentando las alargadas llamas de las velas,
proyectando sus humos sobre los laquearios,
animando los diseños del artesonado techo.”
El poeta juega acá con la forma del poema y no parece seguir un patrón métrico, pareciera como si su única preocupación fuera describir el detalle y es por eso que en ocasiones, en el ejercicio de la lectura, se puede confundir con la prosa. Luego, para reforzar esa impresión que puede ser sólo mía, Eliot pone a dialogar a los personajes que a todas luces son dos amantes:
“Se oyeron pasos en la escalera.
Al resplandor del fuego, bajo el cepillo, sus cabellos
se cruzaron en puntos ígneos,
brillaron en palabras y se aquietaron salvajemente.
"Estoy nerviosa esta noche. Muy nerviosa. Quédate conmigo.
Háblame. ¿Por qué nunca hablas? Habla.
¿En qué piensas? ¿Qué piensas? ¿Qué?
Nunca sé en qué piensas: Piensas."
Creo que nos hallamos en la calleja de las ratas
donde los muertos perdieron sus huesos.
"¿Qué ruido es ese?"
El viento bajo la puerta.
"¿Qué ruido es ese ahora? ¿Qué hace el viento?"
Nada, como siempre. Nada.
"¿No
sabes nada? ¿No ves nada? ¿No
te acuerdas
de nada?"
Recuerdo
que esas perlas fueron sus ojos.
¿Estás viva o no ? ¿No hay nada en tu cabeza?
Pero
O O O O ese aire Shakespeareriano:
es tan elegante
tan inteligente.
¿Qué haré ahora ? ¿Qué haré?
¿Salir tal como estoy y andar por la calle
así sin peinar? ¿Qué haremos mañana?
¿Qué haremos siempre?'
Agua caliente a las diez.
Y si llueve, un coche cerrado a las cuatro.
Y jugaremos una partida de ajedrez,
apretando nuestros ojos sin párpados, esperando que llamen a la puerta.”
La forma del diálogo obviamente pretende ser más poética que la descripción de la escena en cuanto a la forma se refiere pero, y repito que puede ser sólo una impresión mía, el texto tiene bastantes vínculos (¿deudas?) con la prosa.
En este punto la escena se acaba y Eliot nos lleva, en un solo verso, al otro extremo. Nos sitúa luego en otro escenario, contrastado con el primero el cual era bastante rimbombante, rococó y estrafalario. Estamos en una conversación entre amigas donde una le trata de hacer entender a la otra las altas posibilidades que su marido la deje cuando vea que ella no pudo comprarse un diente postizo con el dinero que él le había mandado. Digo entonces que es contrastante pues, además del cambio en cuanto a la temática (un absurdo jocoso a mi manera de ver) se puede ver que entre la primera escena y la segunda existe un abismo socioeconómico gigante. Tal vez la intensión de Eliot era precisamente esa, dejar expreso en su poema las diferencias sociales que existen en cualquier ciudad del mundo.
“Cuando licenciaron al marido de Lil, yo dije
y no pesé mis palabras, lo dije sin ambages,
DENSE PRISA POR FAVOR YA ES HORA
Ahora Alberto va a regresar, procura lucir mejor.
Él querrá saber qué hiciste con el dinero que te dio
para arreglarte los dientes. Te lo dio, yo estaba allí:
que te los extraigan todos, Lil, y que te pongan una buena dentadura,
dijo él , juro que no puedo soportar mirarte.
Y yo tampoco, dije yo; piensa en el pobre Alberto,
que ha estado en el ejército durante cuatro años, quiere divertirse,
y si no lo hace contigo, ya encontrara otras, dije yo.”
Otra cosa novedosa en materia de forma de esta segunda parte es un leiv motiv incluido en los versos que, además de ritmo, le imprime otro toque de gracia al poema. Constantemente la frase: “DENSE PRISA POR FAVOR YA ES HORA” está interrumpiendo y partiendo la conversación entre los personajes. Al principio el lector no puede captar del todo la idea pero, el final, con la seguidilla de despedidas:
“Buenas noches, Bill. Buenas noches, Lou. Buenas noches,
May. Buenas noches.
Adiós, adiós. Buenas noches. Buenas noches.
Buenas noches, señoras, buenas noches, adorables señoras,
buenas noches, buenas noches.”
Puede uno constatar que el escenario se trataba de un lugar, (un bar, un café) que estaba a punto de cerrar. Me parece un acierto esto pues, tal cual pasa en las obras de teatro, y en la vida misma, hay un sonido ambiente que rodea las escenas que le imprime más veracidad a las situaciones plateadas.
Es un excelente poema este de Eliot, es excelente pues logra captar la esencia de dos mundos distantes y la expresa de una manera fiel, vívida, bastante visual.
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